lunes, 28 de junio de 2010

junio27

Hace días que no escribo aquí. Ni en ningún lado. Pensé en hacerlo hoy y ante la incapacidad de concebir cualquier cosa, pensé reseñar otro de esos días de nada, buscando las palabras, los resquicios, los recursos que lo disfrazaran de alguna manera de algo. Al final, pan con lo mismo. Decidí salir a caminar un rato por eso de las 9 pm. Aburrirme en otro lado, lo de siempre. Llegue sin quererlo a esas piedras, risco número algo dice en la esquina, creo que allí se acaba la colonia, creo que allí se acaba el mundo. Es fácil subir las piedras, grandes piedras, pronto estás arriba y el barranco corta unos 15 metros, supongo, no lo sé, en verdad no se veía, hay una lámpara justo atrás, ilumina el peñasco, alcanza para desnudar algunos cactos, montones de cactos, pienso que debe haber muchos más, pero la luz se muere justo donde se acaban las piedras, grandes piedras, oscuridad casi total, no sé calcular el espacio, la extensión, la distancia, no se ve nada, me gusta. Los cerros a la distancia cortan el cielo, la luna está llena, aunque no tan grande como la he visto en otras ocasiones por estos rumbos, un día la voy a ver enorme desde allí. Me paro sin fijarme mucho alrededor, me siento sin fijarme mucho alrededor. Estoy viendo al frente, los cerros, las estrellas, las torres de cables de luz a la distancia, hacía algo de calor pero aquí está fresco, sonrío, le sonrío al viento, le sonrío a las piedras, le sonrío a la noche. Al final, pienso, el día valió en algo. Me quedo hasta que la luna está bien alta, pensando en círculos, viciosos casi siempre, adictos y enfermos últimamente, siempre es lo mismo, con mínimas variaciones, ya es casi como no pensar, me estoy haciendo viejo y creando poco a poquito estas costras de rencores que no me gustan para nada. Le hablo a Dios. No se si me escucha. Soy breve. No sé si lo escucho. No sé bien cuanto tiempo pasó, bajo de las piedras, seguro de que voy a regresar, varias noches a la semana supongo. Es un buen lugar, así de oscuro, así de quieto, así de solo, huele a piedra, a tierra, a viento, a noche. Regreso despacio, sin muchas ganas de llegar, preparo un licuado con mucho hielo y me lo tomo directo de la licuadora, sentado en el pasillo del depa, con el pedazo de ciudad que se asoma, es raro, por lo regular es este paisaje y cerveza. Ya casi es lunes y mi apatía se alimenta y crece con los minutos que pasan, el dolor de cabeza va y viene, yo vengo y escribo esto, lo dejo hasta aquí y pienso qué voy a leer lo que queda de hoy y el comienzo de mañana, lo que sea, hoy no me importa mucho, hoy no me importa nada.

miércoles, 9 de junio de 2010

congestión

Salí algo tarde, para variar. No mucho, solo un poco, si pasaba el camión pronto incluso podría llegar a tiempo. Llegué a la esquina y venía a dos cuadras. La mañana estaba fresca, había llovido por algún lugar de la ciudad en la noche y se dejaba sentir hasta acá, incluso sonreí. Ella venía en el camión, como casi siempre, igual el tipo este que le queda corto el traje y más gente que no tuve la delicadeza de fijarme, encontré un asiento y me senté con todo mi acostumbrado silencio. Las cuadras de siempre, brincándose algunos topes, vale pensé, voy a llegar a tiempo. Luego me pierdo y me desconecto, no tengo idea de qué pienso en esos lapsos, hay veces incluso que estoy seguro que no pensé nada. Eso se puede, yo lo garantizo. Algún día hablaré un poco sobre eso. Pero hoy no. El asunto es que cuando me vuelve la conciencia, me doy cuenta que después de salir a la avenida no hemos avanzado prácticamente nada. Pierdo a veces la noción del tiempo, totalmente, pero de alguna manera sé que pasó el suficiente como para ir más adelante. Pongo atención, avanzamos a vuelta de rueda en medio de todos esos demás autos que avanzan igual. Eso de en medio es un decir, no sé dónde quede la media en situaciones así. Quince minutos y la cosa no mejora, los celulares empiezan a ser necesarios y los ya voy para allá están en boca de todos. En la mía no. En la mía hay un chingadamadre. Mudo por supuesto. No es que me importe tanto llegar tarde, no pasa nada, solo repongo el tiempo y salgo más tarde al rato, pero no me gusta esperar inmóvil, e inmóvil es prácticamente como estamos. Más tiempo y hemos avanzado así de poco, otro tanto más y estamos en alto total, totalmente en alto un rato más y la gente comienza a apagar los motores, nadie sabe qué chingados hay allá adelante que nos detiene, se ven las luces de una torreta, alguien se partió la madre allá adelante y nos partió nuestra llegada temprano con todo y la salida tarde. No me gusta esperar, ya lo mencioné?. Seguro que sí. Me bajo sin pensarlo mucho, en realidad ya no falta tanto para mi parada. Luego me fijo bien y en realidad todavía falta un rato para mi parada, no importa, prefiero caminar que estar allí sentado con mi chingadamadre en silencio. La cosa es que unos buenos doscientos metros más delante me encuentro la causa de la partidera de itinerarios, algún baboso dejó caer unos bultos de cemento y un montón de tabicones en media avenida. Ok, eso de media avenida no es del todo cierto de nuevo, el carril de alta y parte del central, hay tipos quitando todo, hay tipos que prácticamente terminaron de quitar todo y si, aquí viene, abren de nuevo la circulación y aquí vienen todos esos celulares que anuncian que ahora si ya van para allá, aquí vienen junto con el camión del que casi me acabo de bajar, vuelvo a ver hacia el frente y ahora el tramo que me falta parece más largo. No puedo evitar voltear hacia las ventanillas mientras me pasa. Allí está la mirada sonriente y ligeramente burlona de esta señora mientras me adelanta y sigue viéndome caminar y llegar más tarde de lo que ella lo va a hacer. Si esperas cinco minutos, ya estarías llegando, casi puedo oírla pensar. Le deseó un par de desgracias que en su momento me parecieron muy ojetes y muy cómicas y que no voy a mencionar porque ahora que lo veo más detenidamente, me parecen solamente muy ojetes. No es cierto, me siguen pareciendo cómicas, solo fue un asomo de mi conciencia que se coló, pero ya se fue. Me enfoco y aprieto un poco el paso, luego veo a esta chava barriendo afuera de algún lugar, me parece linda, hola le digo desde unos pasos atrás, ella me ve y con toda la dignidad que ella y su escoba se permiten, se da la vuelta y se mete al lugar al que le barria la entrada. Lo de la dignidad no fue sarcasmo, creo firmemente que las escobas la tienen. Ella porsupuesto también. Yo por otro lado, ya no estoy tan seguro. Camino el resto del tramo pensando en los puntos suspensivos que la digna vuelta dejó en mi boca y las no muy decentes intenciones que llevaban. Cada acontecimiento es una oportunidad, dicen, de algo dicen. Llego cuarenta y cinco minutos tarde, con hambre y con cuarenta y cinco minutos más tarde que aguantarme para comer. Algún día aceptaré que estas cosas no son una señal, ni una oportunidad, solo son pendejadas que me suceden muy a menudo.

Acaba de empezar otro día y comenzó a llover, me gusta dormir mientras llueve.

viernes, 4 de junio de 2010

´y si muriera hoy`

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si los nacimientos y las muertes están de alguna manera conectados
si hay algún itinerario
si algún día te vi
si la distancia
si las ganas y la falta de ellas
si la muerte te/me alcanza
por minutos de distancia
muramos. no pasa nada.




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