miércoles, 15 de septiembre de 2010
mis huevos bicentenarios
domingo, 5 de septiembre de 2010
bitacora de tianguis
llegamos bien pinche tarde y bien pinche crudos. todo el pinche día y no vendimos más que un jarrón. nos gastamos mucho más de lo que vendimos en mueganos, elotes, gatorades pa rehidratar, bolsas, mazapanes, la comida y la cena. al final, sinfónica que no se oía, con esquites, doñas platiqueras y pleitos sin polis.
números rojos y carcajadas que valieron la pena.
parca bitácora.
jueves, 2 de septiembre de 2010
media vida antes
me acuerdo que en la secu me preguntó un día a un profe qué quería ser cuando tuviera 25 años, me paré y le dije con toda seguridad que no tenía idea de qué iba a ser a los 25 pero que podía asegurarle lo que no iba a ser: un tipo mediocre
me acordé de eso hace unas semanas, poquillo antes de cumplir 28
y
pff
domingo, 11 de julio de 2010
faltantes
tengo un poema justo en la punta de mi lápiz
justo en el borde de mi mente
justo en el filo de mi vida
y no sé cómo empieza
ni cómo sigue
ni cómo acaba
martes, 6 de julio de 2010
trascendencia
jueves, 1 de julio de 2010
contra.dicción
lunes, 28 de junio de 2010
junio27
Hace días que no escribo aquí. Ni en ningún lado. Pensé en hacerlo hoy y ante la incapacidad de concebir cualquier cosa, pensé reseñar otro de esos días de nada, buscando las palabras, los resquicios, los recursos que lo disfrazaran de alguna manera de algo. Al final, pan con lo mismo. Decidí salir a caminar un rato por eso de las 9 pm. Aburrirme en otro lado, lo de siempre. Llegue sin quererlo a esas piedras, risco número algo dice en la esquina, creo que allí se acaba la colonia, creo que allí se acaba el mundo. Es fácil subir las piedras, grandes piedras, pronto estás arriba y el barranco corta unos 15 metros, supongo, no lo sé, en verdad no se veía, hay una lámpara justo atrás, ilumina el peñasco, alcanza para desnudar algunos cactos, montones de cactos, pienso que debe haber muchos más, pero la luz se muere justo donde se acaban las piedras, grandes piedras, oscuridad casi total, no sé calcular el espacio, la extensión, la distancia, no se ve nada, me gusta. Los cerros a la distancia cortan el cielo, la luna está llena, aunque no tan grande como la he visto en otras ocasiones por estos rumbos, un día la voy a ver enorme desde allí. Me paro sin fijarme mucho alrededor, me siento sin fijarme mucho alrededor. Estoy viendo al frente, los cerros, las estrellas, las torres de cables de luz a la distancia, hacía algo de calor pero aquí está fresco, sonrío, le sonrío al viento, le sonrío a las piedras, le sonrío a la noche. Al final, pienso, el día valió en algo. Me quedo hasta que la luna está bien alta, pensando en círculos, viciosos casi siempre, adictos y enfermos últimamente, siempre es lo mismo, con mínimas variaciones, ya es casi como no pensar, me estoy haciendo viejo y creando poco a poquito estas costras de rencores que no me gustan para nada. Le hablo a Dios. No se si me escucha. Soy breve. No sé si lo escucho. No sé bien cuanto tiempo pasó, bajo de las piedras, seguro de que voy a regresar, varias noches a la semana supongo. Es un buen lugar, así de oscuro, así de quieto, así de solo, huele a piedra, a tierra, a viento, a noche. Regreso despacio, sin muchas ganas de llegar, preparo un licuado con mucho hielo y me lo tomo directo de la licuadora, sentado en el pasillo del depa, con el pedazo de ciudad que se asoma, es raro, por lo regular es este paisaje y cerveza. Ya casi es lunes y mi apatía se alimenta y crece con los minutos que pasan, el dolor de cabeza va y viene, yo vengo y escribo esto, lo dejo hasta aquí y pienso qué voy a leer lo que queda de hoy y el comienzo de mañana, lo que sea, hoy no me importa mucho, hoy no me importa nada.
miércoles, 9 de junio de 2010
congestión
Salí algo tarde, para variar. No mucho, solo un poco, si pasaba el camión pronto incluso podría llegar a tiempo. Llegué a la esquina y venía a dos cuadras. La mañana estaba fresca, había llovido por algún lugar de la ciudad en la noche y se dejaba sentir hasta acá, incluso sonreí. Ella venía en el camión, como casi siempre, igual el tipo este que le queda corto el traje y más gente que no tuve la delicadeza de fijarme, encontré un asiento y me senté con todo mi acostumbrado silencio. Las cuadras de siempre, brincándose algunos topes, vale pensé, voy a llegar a tiempo. Luego me pierdo y me desconecto, no tengo idea de qué pienso en esos lapsos, hay veces incluso que estoy seguro que no pensé nada. Eso se puede, yo lo garantizo. Algún día hablaré un poco sobre eso. Pero hoy no. El asunto es que cuando me vuelve la conciencia, me doy cuenta que después de salir a la avenida no hemos avanzado prácticamente nada. Pierdo a veces la noción del tiempo, totalmente, pero de alguna manera sé que pasó el suficiente como para ir más adelante. Pongo atención, avanzamos a vuelta de rueda en medio de todos esos demás autos que avanzan igual. Eso de en medio es un decir, no sé dónde quede la media en situaciones así. Quince minutos y la cosa no mejora, los celulares empiezan a ser necesarios y los ya voy para allá están en boca de todos. En la mía no. En la mía hay un chingadamadre. Mudo por supuesto. No es que me importe tanto llegar tarde, no pasa nada, solo repongo el tiempo y salgo más tarde al rato, pero no me gusta esperar inmóvil, e inmóvil es prácticamente como estamos. Más tiempo y hemos avanzado así de poco, otro tanto más y estamos en alto total, totalmente en alto un rato más y la gente comienza a apagar los motores, nadie sabe qué chingados hay allá adelante que nos detiene, se ven las luces de una torreta, alguien se partió la madre allá adelante y nos partió nuestra llegada temprano con todo y la salida tarde. No me gusta esperar, ya lo mencioné?. Seguro que sí. Me bajo sin pensarlo mucho, en realidad ya no falta tanto para mi parada. Luego me fijo bien y en realidad todavía falta un rato para mi parada, no importa, prefiero caminar que estar allí sentado con mi chingadamadre en silencio. La cosa es que unos buenos doscientos metros más delante me encuentro la causa de la partidera de itinerarios, algún baboso dejó caer unos bultos de cemento y un montón de tabicones en media avenida. Ok, eso de media avenida no es del todo cierto de nuevo, el carril de alta y parte del central, hay tipos quitando todo, hay tipos que prácticamente terminaron de quitar todo y si, aquí viene, abren de nuevo la circulación y aquí vienen todos esos celulares que anuncian que ahora si ya van para allá, aquí vienen junto con el camión del que casi me acabo de bajar, vuelvo a ver hacia el frente y ahora el tramo que me falta parece más largo. No puedo evitar voltear hacia las ventanillas mientras me pasa. Allí está la mirada sonriente y ligeramente burlona de esta señora mientras me adelanta y sigue viéndome caminar y llegar más tarde de lo que ella lo va a hacer. Si esperas cinco minutos, ya estarías llegando, casi puedo oírla pensar. Le deseó un par de desgracias que en su momento me parecieron muy ojetes y muy cómicas y que no voy a mencionar porque ahora que lo veo más detenidamente, me parecen solamente muy ojetes. No es cierto, me siguen pareciendo cómicas, solo fue un asomo de mi conciencia que se coló, pero ya se fue. Me enfoco y aprieto un poco el paso, luego veo a esta chava barriendo afuera de algún lugar, me parece linda, hola le digo desde unos pasos atrás, ella me ve y con toda la dignidad que ella y su escoba se permiten, se da la vuelta y se mete al lugar al que le barria la entrada. Lo de la dignidad no fue sarcasmo, creo firmemente que las escobas la tienen. Ella porsupuesto también. Yo por otro lado, ya no estoy tan seguro. Camino el resto del tramo pensando en los puntos suspensivos que la digna vuelta dejó en mi boca y las no muy decentes intenciones que llevaban. Cada acontecimiento es una oportunidad, dicen, de algo dicen. Llego cuarenta y cinco minutos tarde, con hambre y con cuarenta y cinco minutos más tarde que aguantarme para comer. Algún día aceptaré que estas cosas no son una señal, ni una oportunidad, solo son pendejadas que me suceden muy a menudo.
Acaba de empezar otro día y comenzó a llover, me gusta dormir mientras llueve.
viernes, 4 de junio de 2010
´y si muriera hoy`
lunes, 24 de mayo de 2010
me importa un pito ajeno la papeleta
El problema de alejarse y desaparecer por cierto tiempo, es que todo aquello de lo que te alejaste y desapareciste por cierto tiempo, sigue su curso. Las personas cambian, se consiguen novios y se casan, se vuelven fieles, se pierden esos puntos comunes y cualquier posible interés en ellos, si es que alguna vez los hubo. Si, los hubo.
El verdadero problema es regresar, todo lo breve que eso sea y esperar, de alguna manera que las cosas sigan como cuando te fuiste, te alejaste, desapareciste.
Después caminas unos cuantos kilómetros por calles tan conocidas y notas, incluso en ellas, que no se han alejado y mucho menos desaparecido, esos cambios, sutiles algunos, tan notorios otros, subes por ese puente que a fuerza de pensar en lo que pensabas la primera vez que lo subiste, no te gusta y te llenas de esa melancolía que se acerca tanto a la tristeza, tratas de alejarte, sientes el bajón tan cerca y no lo quieres, no lo quiero, ya no, nunca lo he querido, hoy menos.
Todo pareció tan rápido, tan lleno de esa prisa que no entiendes, que hace que los hoy se acaben y los mañanas lleguen y se vallan, de la misma manera, sin alcanzar a hacer nada, todo el día de nada. Había dicho que dejaba de hacer planes. He dejado de hacerlos, pero es inevitable pensar en cierto orden cronológico y la manera en como te gustaría que las cosas pasaran, las cosas que te gustaría que pasaran. No pasan.
Siempre digo que ahora si tengo el tiempo suficiente para llegar al autobús sin prisas. De alguna manera el tiempo se va y las prisas se vienen. Llego corriendo y veo el autobús en el andén, lo alcancé. No lo alcancé, sigue aquí, pero ya se entregó la papeleta, las reglas, los inspectores, la chingada y ya no puedo subir. Cambian mi boleto para el próximo en el que hay lugar, me queda hora y media de espera, pienso en regresar a mi casa, luego pienso que si regreso se me va a hacer tarde de nuevo. Así que me quedo. Enojado. Me importa un pito ajeno la papeleta, las reglas, los inspectores, la chingada. El autobús seguía allí y ya no pude subir. Me revienta el hígado. Camino y trato de calmarme, no es verdad, camino solo por caminar, un fin de semana lleno de esta extraña frustración que no acabo de comprender, viene y se regodea con el autobús que alcanzo y que me deja.
Todo sucede por algo, me repito, quizá le pase algo al autobús que se fue y yo estoy aquí a salvo, quizá suba al que sigue, en hora y media y se siente junto a mi el amor de mi vida, estuve a punto de perderla yéndome hora y media antes. Quizá la bifurcación que me arrebate de hoy y me lleve al mañana con todo eso que quiero sin saber qué es y que espero sin la mínima esperanza me alcance de alguna manera en esta sala de espera mientras leo un libro sin entender una palabra, quizá se me ocurra la historia que todo lo cambie sentado en esa banca azul, quizá pasé algo que me haga ver que todo sucede por algo.
La banca azul está lejos de ser esa musa que me dicté historias y los arrebatos siguen tan ausentes como lo han estado siempre. Subo al autobús aún molesto. Ella debe tener unos cuatro o cinco años más que yo, es morena, trae sandalias y ropa cómoda, lo que sea, no lo recuerdo, se sienta justo después de que yo lo hago. Eres el amor de mi vida, le pregunto. Me mira de esa manera, no dice una palabra, se acomoda en su asiento y me ofrece parte de esa espalda que ya no miro. Viaja de la misma manera hasta Celaya. Se baja. No la miro. Allí va el amor de mi vida. Valla vida la mía. Llego y me dirijo en seguida a preguntar sobre el autobús de la hora y media anterior. Llegó bien y sin ningún contratiempo. Creo que veo mucha tele. Vale, en algún tiempo, ví mucha tele. Una de esas cosas extraordinarias que nunca me pasan, no volvió a suceder, solo pierdo camiones y tiempo y dinero y días de esta manera absurda e intrascendente. Vamos a cenar y me atasco unas flautas, pudieron estar más doradas. En fin. Una vez más frente a la ventana abierta resumiendo nada en estos renglones. Me voy a la cama sin una pizca de sueño a abrir un libro recién comprado y deseando de alguna manera, que mañana no sea lunes. Veo el reloj y me doy cuenta. Ya es lunes.
domingo, 9 de mayo de 2010
púdrome
martes, 4 de mayo de 2010
diez cortos minutos
no entiendo qué es lo que les pasa.
tengo más de una hora esperando
esperando
esperando
la gente entra allí y los escucho
hablar
no sé lo que dicen
solo escucho sus voces hablando
hablando
hablando
me pregunto qué tanto tendrán
que decir
me respondo que no me importa
yo espero aquí una hora
y más
pienso que podría estar en cualquier otro lugar
haciendo exactamente lo mismo
que hago aquí
nada
pero sin esperar
sin embargo
sigo esperando una hora
y más
no entiendo qué es lo que pasa
yo entró allí y después
de diez cortos minutos
salgo
exactamente igual
pero con menos dinero
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viernes, 30 de abril de 2010
montaña de vacío
jueves, 22 de abril de 2010
lunes, 12 de abril de 2010
yo pensé que estábamos viendo televisión
Yo pensé que estábamos viendo televisión. Ya no tienes la pielesita de princesa que tenías. Están estás ojeras de casi siempre. Las arrugas en las comisuras de tus ojos y la frente. Empiezas a quedarte calvo. Estás más gordo y sonríes mucho menos, tienes algunas de estas canas, tu nariz es más grande y se inclina cada vez más. No era una queja. Mucho menos un reclamo. Ella pasaba sus dedos por mi rostro. Yo tomé el control y cambié el canal, una vez más.
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sábado, 27 de marzo de 2010
viernes27
Pues si, tal vez ahora las salas de cinemex son mejores que las de cinépolis, pero la comida allí definitivamente apesta.
Muy buena película. Me como todo, renegando. Me como todo.
No tenía ganas de regresar otro viernes solo al depa, tampoco tenía humor suficiente como para hablar, reír, escuchar, ver a los demás, sin embargo, está esta necesidad de estar un rato entre la gente. Así que allí estás, viernes por la noche, vas y te metes a una sala de cine, junto con el resto de ellos, después no hay que ver a nadie, si puedes, te metes en la película, si no, esperas allí sentado a que acabe. Esta fue una buena película. Una buena película a la que no pude ponerle toda la atención que hubiera querido. No dejo de pensar en ese rato, tan breve, justo antes de entrar. Estoy allí parado, sin pensar realmente nada, mirando en general y luego ahí está. Me le quedo mirando y no sé qué pensar. El vidrio frente a mi me mira exactamente de la misma manera y me sacude una bofetada helada. Ese soy yo.
Una camisa azul a cuadros, pantalón café, las botas algo sucias, el cabello largo y desarreglado, las enormes ojeras, algo encorvado, los hombros bajos, las manos en las bolsas y esa mirada que me ve, completamente vacía. Pongo atención y huelo a sudor de todo el día, de toda la semana, de toda la vida. Siento pena por el reflejo.
Intento sonreír. Y no puedo, siempre ha sido tan fácil sonreír, nunca he necesitado una razón en particular, siempre he encontrado los momentos, los pretextos, las sonrisas, siempre he podido reírme de absolutamente todo. Y ahora no puedo.
Algunos problemas con los subtítulos al inicio, el encuadre del proyector tampoco está bien. Diez minutos, poco más, poco menos, arreglan las cosas. Una buena película. Me gusta. No dejo de pensar. Ese no soy yo. Ese no soy yo. Yo podía sonreír. Ese no soy yo. Siempre. Ese no soy yo. Dónde lo perdí. Ese no soy yo. Ese soy yo.
lunes, 15 de marzo de 2010
necesidad
Necesito esta mujer
De la cual pueda enamorarme
sin restricciones
sin límites
sin incertidumbres
Necesito esta mujer
De la cual pueda enamorarme
con pasiones
con acciones
con el tiempo por venir
Necesito esta mujer
De la cual pueda enamorarme
que me dicte poesía con su sonrisa
que me llene de sonrisa la poesía
que se permita y me permita
Enamorarla
Necesito esta mujer
De la cual pueda enamorarme
que me regale sus días
y me comparta sus sueños
que me regale sus noches
y se adueñe de mis sueños
Necesito esta mujer
De la cual pueda enamorarme
que una tarde cualquiera
sin pensarlo
sin quererlo
sin notarlo
me mire distraída
y me diga te amo.
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